viernes, 12 de septiembre de 2014

La marioneta

Sergio recordó algo de pronto y apagó la motosierra. ¿Era allí donde había pasado aquello, o era más adentro en el bosque? Observó la fronda que se extendía en todas direcciones y no estuvo seguro; había pasado mucho tiempo. Pensó que de todas formas no importaba. ¿Qué probabilidades había de que fuera aquel mismo árbol…? 
Volvió a encender la motosierra y tumbó el árbol. Después le cortó los gajos, y hecho eso lo ató para que su mula lo arrastrara. 
Cuando iba saliendo del bosque por un sendero se cruzó con un conocido: 

- ¡Hola, Sergio! -lo saludó el conocido-. Llevas buena leña ahí.
- ¡Hola! Es una madera buena sí, pero no es para leña, es para mis marionetas. 

Y cada uno siguió por su camino. Al llegar a su hogar usó una palanca para rodar el tronco y lo colocó sobre otros. Al otro día lo llevó hasta su aserradero y lo cortó en tablones y trozos rectangulares. La madera estaba verde y tenía que esperar para utilizarla. 
Le echó mano recién un año después. Ahora la trabajó a mano. En su taller de marionetas fue tallando la piezas que formarían las partes articuladas de su marioneta. Esa tarea le llevó días. Por las noches, cuando ya era muy tarde, su esposa iba hasta el taller para llamarlo, y casi siempre era la misma discusión: 

- Te vas a arruinar la vista con esos muñecos -le decía su esposa desde la puerta. 
- Que no son muñecos, son marionetas, y este todavía es mi trabajo, y nadie se ha quedado ciego trabajando. Ve, que ya estoy por terminar -le respondía Sergio, sin apartar la vista de su trabajo.
- Ya dijiste eso varias veces. Después andas con los ojos adoloridos. Los años no pasan solos… 

Solo le faltaban los últimos retoques a la marioneta que fabricara con la madera recogida en el bosque. 
Cuando terminó de dibujarle y pintarle la cara la contempló satisfecho; mas al observarlo bien quedó algo desconforme con lo que transmitían los ojos y la sonrisa de la marioneta, no era lo que él había pretendido. Pensó que tal vez su mujer tenía razón. Se restregó los ojos y bostezó. Le iba a colocar las cuerdas al otro día.  Y fue a acostarse entre nuevos bostezos. Pero una vez acostado algo no lo dejaba dormir. ¿Por qué le habían salido así los rasgos de la marioneta? ¿Sería que su pulso ya no era el mismo?
Sergio se irguió de pronto y escuchó. Había ruidos en su taller. No quiso despertar a su mujer para no asustarla; había tantas cosas allí que hasta un ratón podría hacer un alboroto.  Al encender la luz quedó petrificado de horror: la marioneta no estaba donde la había dejado, ahora colgaba de una cuerda que le envolvía el cuello, y sus manos y piernas temblaban como tiembla un recién ahorcado.
Sergio ya había visto aquello, fue muchos años atrás. Cuando recorría el bosque y de pronto vio a un hombre que acababa de colgarse; y fue en el árbol que él taló años después para hacer aquella marioneta.  
Cortó la cuerda y metió a la marioneta en una caja. Al otro día quemó la madera que aún le quedaba, pero no se atrevió a destruir a la marioneta, y solamente la enterró en el bosque dentro de un cajón pequeño. Un tiempo después volvió al lugar donde enterrara la caja, y descubrió que la tierra estaba removida desde hacía tiempo.  

AUTOR: ANONIMO
SACADO DE : http://cuentosdeterrorcortos.blogspot.com/

Monólogo del pájaro

Era 1934, cuando mi marido me dejó. Sola; La vida en la pradera era tan lobrega, Sin teléfono, sin radio,
Solo  me dejo un ave grande y majestuosa con quién compartía mi penar. Un día de desasosiego le dije: "Pajarito, tu eres libre. Podrías elevarte a grandes alturas pero sigues aquí ¿Por qué?"
Y por lo visto mi cuestionamiento le afectó, porque esa tarde el pajaro se marchó; Al igual que mi espíritu.
.
Fin

Secreto

La forma de aprobar este monólogo - a parte de hacer una buena interpretación - es sentirse orgulloso(a) de su interpretación sin importarle la opinión de otras personas. 

 AUTOR: ANONIMO
SACADO DE :http://es.victorious.wikia.com/wiki/El_mon%C3%B3logo_del_p%C3%A1jaro_%28mon%C3%B3logo%29

MARIANGULA


La historia cuenta sobre una niña de una edad de 14 años, su madre vendía tripa mishqui, (es una comida tradicional que son tripas de res y se las pone sobre un brasero con carbón caliente para que vaya cociéndose lentamente, de los cual bota un aroma penetrante), esto se lo vende en una de las esquina de la ciudad colonial en Quito.

En una ocasión la madre de Mariangula mandó a comprar tripas, pero como esta niña era muy inquieta se fue a jugar con sus amigos e hizo caso omiso al mandado de su madre y para colmo se gastó el dinero para la compra de las tripas.

La niña preocupada por lo sucedido se imaginaba que su madre le iba a pegar.

Entre la preocupación de la Mariangula que caminaba por las calles paso por el cementerio, y se le ocurrió la macabra idea de sacarle las tripas de uno de los muertos que recién lo habían enterrado las sacó y las llevo a su mamá para que las vendiera y en efecto logro su objetivo para no ser castigada, las tripas se vendieron muy bien cosa que a todo el que compraba le gusto y en algunos casos se repitieron.


Ya en horas de las noche, en casa donde vivía con su familia era una casa tradicional de dos pisos como las que hay en Quito colonial, Mariangula se acordaba de lo que había hecho. Cuando de repente escucho la puerta que se abrió fuertemente, ero lo trágico es que ella era la única que escuchaba aquellos ruidos y los demás seguían muy dormidos como si no pasaba nada, a pesar de los muchos ruidos que se escuchaba en la casa.

Cuando los ruidos era muy fuertes y se podían escuchar con claridad puso mucha atención que decían:" Marianguuula , dame mis tripas y mi pusún que te robaste de mi santa sepultura"
Aquella voz se escuchaba cada vez más cerca de su habitación y Mariangula se iba poniendo muy asustada ya que se escuchaba los pasos que subían por las escaleras y la voz se hacía más fuerte:"Marianguuula, dame mis tripas y mi pusún que me robaste de mi santa sepultura".

Ella se ponía pensaba sobre lo que hizo y como que podía hacer para salvarse y en especial qué es lo que le iban hacer estos seres. Cuando de repente encontró una navaja o cuchillo y se cortó su estómago. Cuando los seres entraron a la habitación de Mariangula estaba con sus tripas regadas en la cama muriéndose lentamente y estos seres desaparecieron.

Se dice que la madre de Mariangula vende ahora"carne en palito" en lugar de tripa mishqui el chuzo o palito le sirve a Mariangula para defenderse de los fantasmas.


sacado de: http://ecua-torianisimo1.blogspot.com/2009/01/mariangula.html
LA DAMA TAPADA


No se ganaba en Guayaquil el rumboso título de TUNANTE, por los años 1700, quien no había seguido siquiera una vez a la TAPADA, en altas horas de la noche por los callejones y vericuetos por los cuales llevaba ella a sus rijosos galanes.
Nunca se le veía antes de las doce ni jamás nadie oyó, en la aventura de seguirla, las campanadas del alba, a las cuatro de la madrugada.
¿De donde salía la tapada? Nunca se supo; pero el trasnochador de doce y pico que se entretuviese por alguno de los callejones, de seguro que al rato menos pensado tenía delante de sí, a casi dos metros, siempre como al alcance de las manos pero nunca alcanzable, a una mujer de gentilísimo andar, cuerpo esbeltísimo y aunque siempre cubierta la cabeza con mantilla, manta o velo, revelaba su juventud y su belleza y a cuyo paso quedaba un ambiente de suavísimo perfume a nardos o violetas, reseda o galán de noche.
Todo galanteador, fuese viejo verde o joven sarmiento, sentíase irresistiblemente atraído y como medianímicamente inspirado para dirigirle piropos. Y ella delante y el detrás, camina y camina, sin que ella alterara su ritmo; pero sin dejarse nunca alcanzar ni disminuir la distancia de un metro a lo sumo; pues bajo no se sabía que influencia, el acosador no podía avanzar a acortar esa distancia.
Y camina camina, la damita cruzaba rápido con la pericia de una buena conocedora de los vericuetos, siempre por callejones y encrucijadas, sin acercarse a calles anchas. Zas…zas…las almidonadas arandelas de su pollera unas veces. Suas…suas…suas…los restregos de sus sayas de tafetán, otras, pues nunca se repetían sus trajes, salvo la manta o el velo.
Sólo pequeños esguinces de su gallarda cabeza, como animando a seguirla; sólo algo así como el eco imperceptible de una ahogada sonrisa juvenil, eran los acicates del galán que se empecinare en seguir a caza tan difícil. Y cosa curiosa: a su paso los rondines dormían si alguno estaba en la calle, y nadie que viniere de frente parecía verla; la visión era sólo para el persecutor, que ya perdida la cabeza y el rumbo, seguía inconsciente, hipnotizado, cruzando callejas y callejas sin saber por donde ni hacia donde le llevaban su curiosidad o malicia y el irresistible imán que lo precedía.
…Cuando de pronto…la tapada se detenía a raya…Daba media vuelta de precisión militar y levantándose el velo que cubría su cara, no decía sino estas frases:
-Ya me ve usted como soy…Ahora, si quiere seguirme, siga…
Y el rostro tan lindamente supuesto, se mostraba en verdad bellísimo, fino, aristocrático, blanco, sonrosado, fresco, griego, magnifico…pero todo era una visión de un segundo. Inmediatamente, como hoy podemos ver en las combinaciones de las películas, esas transformaciones entre sombras y disfumaciones…todas las facciones iban desapareciendo como en instantánea descomposición cadavérica: a los bellísimos ojos sucedían grandes huecos que a poco fosforecían como en azufre; a los lindos labios las descarnadas encías, a las mejillas los huesos; hasta que totalizada la calavera, un chocar macábrito de crótalos eran las mandíbulas de salteados dientes…Y un creciente olor de cadaverina apestosa reemplazaba los ricos aromas anteriores….
Otra media vuelta de la dama...y el que alcanzara a verla la hubiera visto como evaporarse al llegar a la vieja casa abandonada de don Javier Matute…el que no alcanzaba a ver esto, allí quedaba, paralizado y tembleque, pelipuntiparado, sudorifrìo y baboso, o loco o muerto…solo el que había visto a la TAPADA podía adquirir el rumboso título de TUNANTE…
Y agrega la leyenda que el alma en pena era de una bella que en vida había abusado del comercio de la carne, sin ser carnicera.


sacado de: http://www.taringa.net/comunidades/leyendasyterror/4627146/La-dama-tapada-Leyenda-ecuatoriana.html 

Leyendas Ecuatorianas: Brujas sobre Ibarra

Brujas sobre Ibarra

Desde arriba del Torreón, la ciudad, en las noches de luna, parecía una maqueta parda llena detejados, que guardaban jardines atiborrados de buganvillas, nogales e higos. Más arriba, en cambio, se distinguían las palmeras chilenas: enjutas y lustrosas, pese a la intensidad nocturna y las exiguas farolas, alumbradas con mecheros que –de cuando en cuando- eran revisados por el farolero, envuelto en un gabán descolorido que no impedía apreciar su silueta recorriendo esa luz mortecina que golpeaba las paredes de cal.
Más arriba, aún, el parque de Ibarra era un minúsculo tablero de ajedrez sin alfiles, donde destacaba el añoso Ceibo, plantado tras el terremoto del siglo XIX y que –según decían- sus ramas habían caminado una cuadra entera. La noche caía plácida sobre la enredaderas y la luna parecía indolente a las sombras que pasaban, pero que no podían ser reflejadas en las piedras. ¿Quiénes miraban a Ibarra dormida? ¿Quiénes tenían el privilegio de contemplar sus paredes blanquísimas engalanadas con los fulgores de la luna? ¿Quiénes pasaban en un vuelo rasante como si fueran aves nocturnas? ¿Quiénes se sentaban cerca de las campanas de la Catedral a mirar los tejuelos verdes y las copas de los árboles?
No es fácil decirlo: unas veces eran las brujas de Mira, otras las de Pimampiro y muchas ocasiones las de Urcuquí. Eran una suerte de correos de la época, acaso a inicios de siglo, que viajaban abiertas los brazos, por los cielos estrellados de Imbabura. Por eso no era casual que las noticias –que por lo general se tardaban en llegar cuatro días desde Quito- se conociera más aprisa en los corrillos de estas tres poblaciones unidas por un triángulo mágico: que ha iniciado la revolución de los montoneros alfaristas, que el Congreso ha sido disuelto, que llegaron las telas de los libaneses o que fulano ha muerto.
Todas noticias importantísimas que –de no ser por las voladoras- hubieran llegado desgastadas. Pero, a diferencia de lo que se cree de las brujas, que van en escoba, llevaban un traje negro y tienen la nariz puntiaguda, las del sector norteño ecuatoriano poseían trajes blanquísimos y tan almidonados que eran tiesos. Por eso cuando las voladoras pasaban los pliegues de sus vestidos sonaban mientras cortaban el viento. Algunos las tenían localizadas. Por eso cuando pasaban por encima de las casas, existían los atrevidos que se acostaban en cruz y con esta fórmula las brujas caían al suelo.
Otros, en cambio, preferían decirles que al otro día vayan por sal y de esta manera conocían su identidad. Pero las voladoras de Mira también tenían sus hechizos. Quienes se burlaban de las brujas terminaban convertidos en mulas o gallos. Y eso, al parecer, le sucedió a Rafael Miranda, un conocido galeno de Ibarra, de inicios de siglo. Cuentan los abuelos que el doctor Miranda desapareció un día sin dejar rastro. Sus amigos lo buscaron por todos lados infructuosamente. Sus familiares estaban desesperados. El tiempo pasó. Una tarde, un conocido del doctor Miranda recorría unas huertas por Mira y miró a un hombre desaliñado con un azadón. Creyó reconocerlo.
Al acercarse comprobó con estupor que se trataba del famoso doctor Miranda. Lo sacó del lugar y tras curaciones prodigiosas el galeno volvió a su estado normal y nunca más se sintió gallo. Otra historia, en cambio, sirvió para que Juan José Mejía, el popular y primer sacamuelas de Carchi e Imbabura, justificara una parranda de tres días. Cuando le preguntaron porque no había llegado a la casa contestó sin inmutarse: “Estuve en Mira amarrado a la pata de una cama, convertido en gallo y recién me escapo de las brujas”. Claro que estuvo en Mira y, acaso, le brindaron –como a muchos- el famoso tardón, que es una bebida que basta un solo trago para que el confiado visitante termine por los suelos, en un remolino de carcajadas.
Por eso los políticos de turno o las autoridades, que siempre ofrecen solucionar todos los problemas, se dan cuenta de los fatídicos brebajes demasiado tarde: quedan arrumados en las sillas de madera, con un olor imperceptible a aguardiente, que es uno de los ingredientes del tardón, elaborado de papa y de secretísimos compuestos que ha sido imposible develar. Cuando alguna autoridad trataba de levantarse caía en cuenta que sus honorables posaderas estaban como pegadas a la silla. ¿Cuáles eran las palabras mágicas para volar? De boca en boca ha llegado hasta estos días lo que decían las brujas ecuatorianas: “De villa en villa y de viga en viga, sin Dios ni Santa María” y tras pronunciar este conjuro levantaban vuelo.
Y hasta había quienes intentaron realizar una aventura aérea. Cuentan que un mireño insistió a una maga para que le iniciara en su arte. Tras las súplicas decidió confiarle el secreto. Lo primero que le indicó es que tenía que utilizar uno de sus trajes níveos. Aguardaron la noche y subieron a la chimenea de un horno… -Tienes que repetir esta fórmula, le dijo la encantadora. Tras decir “de villa en villa, de viga en viga, sin Dios ni Santa María”, extendió sus brazos y salió disparada por el cielo. Nuestro personaje se emocionó, pero al repetir el conjuro lo hizo de esta manera: “de villa en villa, de viga en viga, con Dios y Santa María”.
Dicho esto, desplomóse cuan largo era en el patio de la casa, en medio de los ladridos de los perros y de los vecinos que lo encontraron magullado y vestido de traje blanco, con cintas y encajes. Aunque pidió discreción, al otro día toda Mira conoció esta historia y su único argumento fue se enredó en la vestimenta. Obviamente, no pudo aclarar qué hacía subido en la chimenea y con un vestido de dama. Hay quienes dicen que las brujas aún pasan por los tejados de Ibarra. Es posible. Mas, nunca se han caracterizado –como lo eran acusadas en la Inquisición Española- de artilugios malévolos.
Parque Pedro Moncayo Leyendas de IbarraSu único delito, podría decirse, es volar para conocer tierras lejanas o para visitar a algún amante venturoso que abre su puerta antes que la maga tope el suelo. Hay quienes dicen haberlas visto reunidas practicando iniciaciones antiquísimas, en medio de un prado. Con suerte, si levantamos a mirar el cielo en una noche de luna es posible que localicemos a una bruja que regresa del sur y pasa por encima del pequeño Ceibo, del parque Pedro Moncayo, que ha empezado a brotar sus hojas.


AUTOR:  Juan Carlos Morales Mejía
SACADO DE : http://pachamama.all.ec/675.html